sucede que a punto de encontrarme en tu mirada, rehuyo la mía hacia tu entorno... y cuando mi vista se posa en tus labios al hablarme, me sorprendo sonrojada del deseo que he exhalado por alcanzarlos.
No tengo idea del por qué sigo anhelando tu presencia, y al mismo tiempo desaparescas quiero, para ya no pensar en un escape, sino en el inminente retiro a mis caminos postergados.
Pero añoro, recuerdo, suspiro y entristezco viendo el horizonte y encontrarme con un atardecer anaranjado mientras dos siluetas tomadas de la mano se pierden entre la lejanía de la playa bordeando el ancho mar, porque eso quiero, eso espero alcance en mis postrimeros días.
Quién sabe si al unir nuestros destinos pudiésemos crecer en paralelo, o simplemente seguir nuestros instintos y a la vuelta de la esquina, posar nuestros deseos en otra dirección.
Tal vez tan sólo es un capricho, un escape; o tal vez un día, mi amiga, seremos, tendremos algo más...
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